martes, 10 de marzo de 2009

Nunca llueve a gusto de todos...


La sirenita tenía un amigo que era un pez y otro que era un cangrejo ermitaño. Claro que con el tiempo nadie sabía si era un cangrejo o una langosta. Y el cangrejo, que parecía muy sabio le decía a la sirenita que no se dejara engañar. La sirenita, la pobre, estaba hecha un lío, por una parte aquel humano tan apolíneo, por otra parte si se quedaba afónica por el resto de sus días y encima solo le faltaba el muy tritón de su padre, que no la dejaba ni a sol ni a sombra, bueno sol, lo que se dice sol, no es que tuvieran mucho por aquellas profundidades pero el caso es que la sirenita estaba decidida a compartir su vida con aquel humano. Quien más, quien menos sabe como termina la historia porque nos la han colado hasta en la sopa y aunque finalmente el amor triunfa como en todos los disneyfilms y los malos dejan de serlo porque desaparecen entre tinieblas, profundidades o rocas, el cuento deja un poco de sabor agridulce porque que será ahora del tritoncito que le gustaba a la sirenita, o del pez, o del cangrejo, o, o, o,. nunca llueve a gusto de todos...





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