
Bueno, pues se acabó lo que se daba. El primer curso de empresariales ha terminado y de momento a falta de saber tres notas las cosas van muy bien. La verdad es que no puedo quejarme. Ha sido una experiencia nueva para mí pero que ha dado su fruto, y por cierto tan dulce y bueno como el de la papaya. Estoy contento con los resultados y espero repetir sino mejorar el próximo septiembre cuando empiece el segundo curso que promete ser también de lo más interesante. Ahora viene el verano. Necesito cambiar el chip para dentro de unos meses que funcione con normalidad. San Juan, esa fiesta entrañable llena de recuerdos tristes pero también entrañables e inolvidables. Cada año en Bermeo se hace una procesión o varias porque hoy en día la gente va cuando quiere y en lo que quiere, antiguamente y todavía hoy se recorre el trayecto de unos diez kilómetros a patita. Pero realmente son los menos y siempre lo hacen a la vigilia o al mismo día por la madrugada para no pillar las horas de sol. Bajan hasta San Juan de Gaztelugatxe, un promontorio separado de la carretera por un puente y una ermita separada por doscientos y pico escalones. La tradición es que hay que tocar la campana de la ermita para que el santo te conceda algún deseo o ruego. Sobre todo las jovencitas que buscan novio, y las que no lo encuentran, con más razón suelen subir a la ermita a pedirle al santo que les conceda un novio. A veces los santos también se equivocan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario