lunes, 19 de enero de 2009

Cigarras, hormigas y hormigones.


Ahora toca estudiar. Estudiar un poco, estudiar un mucho, pero todo vale. Después de unos meses de andar con evaluciones continuas, en las que continuamente estás trabajando, un día sí, otro también te das cuenta de que todavía te queda la mitad de la tarea. Piensas que está muy bien eso de ahora trabajo para después no tener que hacerlo como hacia la hormiga de la fábula que acopiaba alimento en verano para tenerlo sin problemas en invierno. Pero la pobre hormiga no sabía que le saldría el tiro por la culata. Que se encontraría con algún muro de hormigón infranqueable que no le dejaría andar hasta pasado un tiempo en el que debería buscar la manera de salir del paso para conseguir más alimento y ganarle la partida a la cigarra que tranquilamente estaba esperando a que viniera la primavera y hacer entonces el esfuerzo final que le empujaría a no morirse de hambre. Hay que ver lo fácil que es compararnos con las cigarras y las hormigas. Antes valía la pena ser hormiga. Después de lo de Bolonia, ya no sé quien de los dos bichos vive mejor sobre todo cuando Bolonia no es Bolonia y te quedas en la mitad de los Pirineos...

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